jueves, 29 de julio de 2010

HISTORIA DE UNA FIESTA

El tsansa es un rito religioso milenario de los Schuar y Huambisas para reducir cabezas humanas, en la creencia de apoderarse del espíritu del adversario para ser fuertes. Quienes entraban en desacuerdo con los que practicaban el rito se desprendían de la tribu para abrir sitio en lugares distantes promoviendo la ocupación del territorio, la dispersión humana y la difusión de la cultura con diversas variantes.


Así llegaron muchos a San Martín en los últimos 10,000 años, desde los valles del Chinchipe, Marañón y Santiago.

Wamán Poma de Ayala en sus crónicas del buen gobierno, dice que Ankoallo se establece en tierras a orillas del Gran Lago. Hoy sabemos que se estableció en Lamas pero el Gran Lago es misterio porque no lo vemos por ninguna parte. Sin embargo tenemos la hipótesis de que las lagunas de Shucush, Ricuricocha, las cochas de Juan Guerra y Yacucatina que desaparecieron en los últimos 20 años con asombrosa rapidez, en tiempos muy antiguos eran un solo lago muy grande al que debió referirse el cronista mestizo.

Antonio Raimondi en los apuntes de su segundo viaje del siglo XIX anota Wacatakana en las cercanías de Lamas. El Waca Takana era donde majaban la waca para la pesca oficial con participación popular. Dicha pesca no pudo ser en un arroyito como Shupishiña, sino en un cuerpo de agua mayor, o sea el desaparecido Lago… en cuyas cercanías vivieron varios grupos humanos hasta con lenguaje propio.

Además la palabra lamas, es de origen gallego que significa lodo, limo, lugar muy húmedo y barro. En Galicia, existen muchos lugares con dichas características que se identifican como Lamas. De su posesión vienen títulos nobiliarios y de estos el apellido Lamas, común en ciertas regiones de España.

Curiosamente hoy en la querida ciudad de los tres pisos, Lamas, nada que ver con dicho significado. Entonces ¿por qué le pusieron tal nombre?. Muy probable porque cuando los primeros españoles llegaron, encontraron un lugar diferente, con restos del antiguo Lago donde había limo, lodo, barro y mucha humedad, designado por los nativos en su lengua aborigen, como WAIKU cuyo significado se asemeja a lo que los españoles llamaban Lamas.

Entre los waikinos el rito tsantsa para obtener poder fue evolucionando con el tiempo.

Primero fueron luchas a pedradas entre grupos, exaltados por el masato, que se encontraban en caminos y calles durante una celebración. El grupo derrotado iba con el vencedor a continuar la fiesta por varios días. Los españoles, escandalizados por celebrantes que armaban grescas como parte de la fiesta los llamaron pandilleros y su baile quedó como pandilla, muy típica de la selva.

Después, el poder no se obtiene de los adversarios derrotados, sino de los animales del bosque atrapados vivos y puestos al sacrificio en el pato tipina. De los animales matados al cazarlos, si son mamíferos se lleva la piel en la espalda y si son aves las cuelgan disecadas en la espalda o como collares. La cajada es el baile y la música que forma parte del antiguo rito para adueñarse de los espíritus de animales y obtener poder y jerarquía social.

Finalmente, en la modernidad, las cabezonías de las fiestas patronales se encuentran en la plaza principal para competir con el voto, alegorías, teatro y pasacalles en general, es decir un rito radicalmente transformado. El ganador se regocija, aunque no reciba ningún premio, le basta escuchar que es el vencedor y con eso se siente superior, poderoso y feliz.

Al terminar la prolongada celebración del mijano comenzada el 24 de junio, ante las críticas de los asimilados a la cultura occidental e influenciados por la fe cristiana a la que se convirtieron, los nativos decidieron “ponerle su cruz” a las peleas en las fiestas para empezar a celebrar en paz y armonía. Como todos mostraron su acuerdo continuaron con la fiesta del “triunfo de la Santísima Cruz de los Motilones”, primero como patrona de Lamas. Después traída a Tarapoto para convertirse en atractivo turístico muy importante. Pero en Lamas le celebran mejor, dice don Arquímedes Saavedra, un devoto tarapotino que fue cabezón de la fiesta por 27 años.

Lo curioso en esto, es que los numerosos devotos de la cruz de mayo creada por los españoles abandonaron su devoción hasta hacerla desaparecer porque se sumaron a la devoción por la Santísima Cruz de los Waikinos, apodados motilones por los conquistadores considerándolos palurdos, tercos e incapaces de cambiar su comportamiento. La historia se encargó de demostrar lo contrario. Los waikinos que habitaron las riberas del antiguo lago, eran inteligentes, creativos, amigables y laboriosos, como lo son hoy sus descendientes, herederos de esa singular fiesta conocida como El triunfo de la Santísima Cruz de los Motilones.